martes, 3 de abril de 2007

Ponencia de Francisco Mujica (Exponente del 1º coloquio de estudiantes)

Marx y su concepto de realidad

Francisco Manuel Mujica Coopman

El objetivo de esta ponencia es simple y realista, esto es, realizar una mera constatación en torno a la obra de Marx, y más específicamente, sobre el diagnóstico de Marx en la hoy celebrada, “Ideología alemana”.

“La ideología alemana” es, a mi entender, una refutación, un virulento tapabocas como han sido muchas de las obras de Marx. De este modo, me parece que este texto es fundamentalmente un interesante contraargumento que Marx ofreció - y espetó- a las respuestas que primaron en su época en torno a una pregunta fundacional. Esta pregunta es nada menos que, ¿qué es la realidad?

La primera conceptualización de esta inquietud fue planteada por Descartes. La novedad de su respuesta estriba en que es el primer análisis en donde se da por sentado el concepto de sujeto que más o menos aceptamos hasta hoy. Por lo tanto, es la asunción del principio de subjetividad lo que le permitió preguntarse por el mundo, en virtud de que éste es distinto a la conciencia, es decir Descartes es el pionero en pensar la realidad como un objeto más. Así, el francés opone res cogitans - o conciencia- a res extensa o realidad, como dos esferas eminentemente antagónicas. Lo fundamental de esto para la tesis de Marx sobre la realidad, es que Descartes establece que lo único no susceptible de ser puesto en duda en razón de su existencia son las cogitatio sobre la realidad, o como las denomina Husserl, vivencias. (Husserl, 1995) Para la tradición cartesiana el criterio último y definitivo para determinar la realidad es la experiencia del mundo como un correlato de la conciencia. En último término Descartes establece que lo único de lo que no se puede dudar en cuanto condición de real es de la forma en que el mundo (res extensa) aparece ante mi conciencia (res cogitans). (Heidegger, 1999)

Es este principio a través del cual la tradición ilustrada forjará su concepto de realidad, de esta forma, el “Sapere aude” kantiano, no es más que expresar que la constitución de la realidad a partir de la conciencia debe provenir desde ésta exclusivamente, evitando toda preconcepción, tradición o imposición como criterio de determinación de lo real.(Gadamer, 1977) Digamos que con Kant se vuelve un supuesto que la realidad se establece como un derivado de la subjetividad trascendental.

No obstante el idealismo de Hegel denuncia “la caída de la razón”, o en otras palabras, la posición objetivante de la subjetividad ante la realidad, y junto con esto agrega a su concepción de realidad un criterio histórico relativamente independiente de la posición del observador, que Hegel denomina “espíritu de la época”, sigue primando en su concepto de realidad la tradición ilustrada y por eso afirma: “La idea es lo absoluto”. (Ortega y Gasset, 1957) Es decir: el núcleo del mundo, lo neurálgico de nuestras vivencias, son las ideas. Hegel, más allá de sus denuncias románticas, continúa y persevera el camino cartesiano llegando a proponer una equivalencia entre las ideas y la realidad, lo que se deriva de su frase recién citada.

Les doy las gracias por haber escuchado esta primera parte, que no versaba precisamente sobre el motivo de nuestra reunión aquí y ahora, pero sin esta pequeña introducción me hubiera sido imposible exponer el concepto de realidad de Karl Marx, y que remite finalmente, a mi juicio, al gran concepto y fundamento de toda la obra de Marx.

Acerquémonos pues ahora, al concepto de realidad de Marx. Antes que todo, me es indispensable afirmar, primero, que la concepción de realidad que suponía Marx es una refutación directa a la tradición racionalista recién esbozada. Lo segundo es que la estrategia metodológica de Karl Marx es la misma que la de la tradición ilustrada, o a lo que Marx llama “los neo-hegelianos”. La aproximación metodológica de Marx equivale a la de la ilustración, ya que tanto él como Descartes, Kant y Hegel se cuestionan en primer término qué es lo único de lo que no se puede dudar, es decir, cuál es el criterio arquimédico, definitivo, para determinar el lugar desde el cual comienza el análisis de la realidad o mundo. Ya he mostrado las respuestas del racionalismo, la diferencia con respecto a Marx, como veremos, no es la aproximación al problema de la realidad, sino la respuesta a éste.

La respuesta de Marx es tajante y absoluta, a saber: lo único de lo que no se puede dudar en este mundo, el único fenómeno que tiene existencia incuestionable en la realidad es, para Marx, el trabajo.

En este concepto se encuentran tres implicancias fundamentales. La primera es que junto con sobreponer su tesis sobre la realidad a la de la ilustración, Marx lanza una serie de críticas para demostrar la solidez de su argumento. La segunda es que el concepto de trabajo en Marx tiene características muy específicas- y restringidas me atrevería a afirmar -; y por último, que es esta categoría la que será la piedra angular sobre la que Marx edificará todo su sistema de pensamiento.

Dijimos pues, que al sobreponer su tesis, Marx lanza una serie de críticas al pensamiento ilustrado. La primera es la supuesta primacía de la conciencia, de las cogitatio, para establecer lo real. Ante esto Marx propone una distinción. Marx distingue entre la realidad en sí (relaciones sociales de producción derivadas del trabajo humano), la realidad como se nos presenta (serie de vivencias percibidas y fenómenos acontecidos) y la relación entre ambas, a las que Marx denomina “estructura” y “supraestructura”, respectivamente. Ahora bien, la crítica al argumento racionalista estriba en que esa serie de vivencias que tenemos de fenómenos que se nos presentan cotidianamente, a saber, acontecimientos políticos, transacciones mercantiles, relaciones familiares, etc. no son independientes bajo ninguna circunstancia. ¿Por qué no son independientes y únicas estas vivencias o representaciones de la realidad? Por que remiten y son un derivado directo de las relaciones sociales de producción. Y esto por dos motivos, uno, ya que las vivencias de la supraestructura son un reflejo de la dominación e implantación de ciertos marcos de realidad, ciertos conceptos, ideas, criterios y patrones de interpretación que establecen una forma de aproximarse a la realidad mediada por la imposición del interés particular de una clase. Es decir, la realidad de la ilustración no es más que la implantación de un interés particular como interés general: “En efecto, cada nueva clase que pasa a ocupar el puesto de la que dominó antes de ella se ve obligada, para poder sacar adelante los fines que persigue, a presentar su propio interés como el interés común de todos los miembros de la sociedad, es decir, expresando esto en términos generales, a imprimir a sus ideas la forma de lo general, a presentar esta ideas como las únicas racionales y dotadas de vigencia absoluta.” (Marx, 1985)

El segundo motivo del papel secundario que juega la conciencia para Marx, o para decirlo más radicalmente, por qué desde la perspectiva de la conciencia no se puede determinar la realidad misma de la sociedad es, sin duda, la oposición subjetivo- objetivo. La ilustración se decidió a tomar como punto de partida al sujeto pensante, mónada, autoconciencia, sujeto trascendental, llámesele como quiera, o como Marx diría “la sociedad como sujeto”. Pues bien, aquí está la gran diferencia con el pensamiento de Marx, ya que, ¿qué me prohibe dudar de mis percepciones e ideas? Pues bien, nada me permite dudar de ellas en virtud de que no se puede dudar de una sola cosa, a saber: la objetividad de las relaciones sociales de producción. “Hasta los objetos de la certeza sensorial más simple le vienen dados solamente por el desarrollo social, la industria y el intercambio comercial” (Marx: 47; 1985)

Para ilustrar aún más mi afirmación me gustaría que leyéramos con atención esta frase: “(la esencia del hombre es)... un fundamento real que no se ve menoscabado en lo más mínimo en cuanto a su acción y a sus influencias sobre el desarrollo de los hombres...” Es decir, mi posición de la división del trabajo, mi realidad de clase, mi función en la labor productiva es apodícticamente real, completamente objetiva, indudable, independiente de mi conciencia y voluntad, es el límite de mis dudas sobre el estatuto de la realidad y la condición constituyente de ésta.

Ahora bien, ¿qué nos impide dudar de las relaciones de producción como dimensión objetiva de la realidad? ¿En base a qué se puede afirmar que sería el criterio último, incuestionable, de lo real? El mismo Marx toma como premisa la posición en el proceso productivo para la determinación necesaria de la realidad en su ya célebre párrafo: “Las premisas de que partimos(...) Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto aquellas con que se han encontrado como las engendradas por su propia acción. Estas premisas pueden comprobarse, consiguientemente, por la vía puramente empírica.” (Marx: 19, 1985)

La pregunta necesaria que debemos hacernos es: si Marx pretende en encontrar en “La ideología alemana” una respuesta categórica a la pregunta qué es la realidad, y la estrategia para hacerlo es hallar un patrón indudable del que partir para concebir la realidad, ¿cómo es posible que se conforme con un mero supuesto? Él mismo empieza afirmando: “Las premisas de que partimos no tienen nada arbitrario…” Pues bien, me parece que detrás de este supuesto descansa la respuesta que yo había anticipado de un modo teóricamente tosco y más bien apresurado. La concepción de realidad de Marx se encuentra en su concepto de trabajo.

Había dicho yo más arriba, que el concepto de trabajo que ocupa y describe Marx en sus análisis es extremadamente específico, y que servirá como base para su sistema filosófico.

¿Cuáles son las particularidades del trabajo en Marx? Si bien esta mera pregunta podría ser cuestión de una larga investigación, me parece indudable que lo fundamentalmente distintivo del trabajo en Marx es la carga corporal que éste conlleva. En último término, el trabajo para Marx es una actividad que mediante la energía derivada o puesta en acción por ésta genera cambios en las circunstancias que compartimos. He ahí la determinación de la realidad en Marx, no puedo bajo ningún motivo dudar de mi cuerpo, de mi capacidad de entregarle energía a una materia con el fin de que adopte una forma o condición diferente a la que tenía.

Creo que Marx fue especialmente susceptible a esta imagen de trabajo por dos razones. La primera es que el trabajo que él observó fue el de los primeros estadios de la revolución industrial, trabajo particularmente energético y desgastante en términos físicos. La segunda razón, a mi entender, es que Marx constata una relación profundamente íntima entre trabajo, tiempo y subsistencia. Su argumento, como la mayoría de los de Marx, es simple y enfático: existe una equivalencia entre el trabajo en un lapso de tiempo determinado y la cantidad de energía humana gastada en éste.

Es decir, no puedo dudar de la realidad de mi cuerpo, ya que éste mediante un despliegue de energías tiene la capacidad de modificar la realidad en el sentido amplio del término, y esa capacidad es el trabajo: “Llegamos, por tanto, a esta conclusión(...) los valores relativos de las mercancías se determinan por las correspondientes cantidades o sumas de trabajo invertidas, realizadas, plasmadas en ellas.” (Marx: 43, 1971)

El problema de la mercancía, tema abstruso en Marx, remite a que ésta aparece- en contraposición al producto, que se genera individualmente- en la medida en que es fabricada socialmente, es decir, mediante las relaciones de propiedad existentes en una época determinada, y, por sobre todo, distinguiendo en su producción el trabajo exclusivamente necesario puesto en ella: “Cuando decimos que el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo encerrado o cristalizado en ella, tenemos presente la cantidad de trabajo necesario para producir esa mercancía….” (Marx: 46, 1971) Es en virtud de esta operación que el trabajo se aliena o enajena, ya que el modo de producción capitalista, o la circulación de la mercancía, destruye la equivalencia establecida por Marx entre energía y trabajo: “(…) al crecer la cantidad de trabajo requerido para producir una mercancía aumenta forzosamente el valor de ella(…)”(Marx: 46, 1971)

Pero todavía no aparece en nuestra exposición la concepción del trabajo en términos de energía que, hemos afirmado, sostiene Marx.

Esto porque Marx, no siempre lo aclara, pero usa como sinónimos indistintamente en sus textos trabajo y fuerza de trabajo, aunque es extremadamente explícito al asimilarlos: “Lo que vende el obrero no es directamente su trabajo, sino su fuerza de trabajo (…) La fuerza de trabajo de un hombre existe, pura y exclusivamente, en su individualidad viva. Para poder desarrollarse y sostenerse, un hombre tiene que consumir una determinada cantidad de artículos de primera necesidad.” (Marx: 55, 1971)

He aquí la concepción que Marx empleaba para referirse al trabajo. Como hemos visto es una realidad físico-energética, casi un ciclo natural de tránsito de energías, diría yo, en la medida en que se necesitan energías para producir y se requiere de éstas para trabajar, y solo en virtud de estas energías es posible el trabajo.

Antes de continuar me gustaría plantear una hipótesis para discutirla posteriormente. Creo que este núcleo conceptual del trabajo en Marx tiene una eventual relación con la tradición sensualista del pensamiento judío. Baste con mencionar el modelo físico-energético con el que Freud describe al aparato psíquico, el sensualismo de un Spinoza o como Levinas habla del “rostro” para referirse al otro. Me gustaría dejar planteada la pregunta ¿podemos leer a Marx desde una perspectiva sensualista, corpórea; muy propia de tradición semita? ¿Es gracias a esto que Marx se permite una ratificación empírica del estatuto de este concepto de trabajo?

Retomando, había dicho yo que el trabajo para Marx tenía tres dimensiones, a saber: distinción última real/ no real o como diría Marx, ideología. La segunda dimensión es que este trabajo es finalmente, energía, energía humana- de ahí su estudio sobre la disociación entre trabajo manual y abstracto-. Por último, afirmé que esta idea de trabajo es el que le permite a Marx levantar todo su pensamiento sobre base firme.

Creo que debemos exponer este punto partiendo desde el problema central de Marx, que es, a mi entender: ¿Por qué el capitalismo genera alienación de la conciencia? Por que se olvida que lo único real en el mundo es el trabajo, las energías que emana el cuerpo al producir. Esto en virtud de que se convive con mercancías que no expresan trabajo, ya sea por su cualidad de fetiche, ya sea porque tienen una cantidad de energía inferior a la que estipula su valor de mercado, en virtud de que en su producción se entregó un salario que procuraba exclusivamente a reponer la energía puesta en ella, enajenando la plusvalía, el trabajo real que conllevaba. Esa es la forma que adopta la superestructura, y creo que es lo que motiva a Marx a titular el texto que hoy nos congrega “La ideología alemana”.

Me parece que el nombre de la obra es mucho más sugerente de lo que se ha creído, y apunta a mostrar que toda la tradición de la filosofía de la conciencia es una mentira, una ideología, ya que parte de la conciencia, pero de una conciencia que observa una realidad alienada, fetichizada por la irracionalidad del capitalismo, no de una conciencia de clase, que finalmente es la única real, ya que parte por reconocer el trabajo y el cuerpo como lo único indudable: “Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso este que se halla condicionado por su organización corporal.” (Marx: 19, 1985)

Podrá parecer sorprendente la cantidad de temas de la obra de Marx usando como hilo interpretativo solo el trabajo, pues bien, creo que lejos de ser una cualidad de esta exposición, es lo constitutivamente propio de la obra de Marx. Creo que dentro de la denuncia de Marx sobre la ideología alemana, está el decir también que el Estado de derecho no tiene principio de realidad, más allá de ser una más de las ideas de la imposición del interés de la clase dominante. Es hora de aceptar como lectores de Marx, que no le interesaba tener una teoría del Estado, ni una teoría de la intersubjetividad, ni una teoría del amor. En Marx solo hay una reflexión sobre el trabajo, y del trabajo asalariado, industrial y como fenómeno energético derivado del cuerpo. Es su gran concepto y el sostén de su pensamiento, todos sus conceptos son un derivado de éste o son usados con un criterio meramente funcional. Así como el psicoanálisis no tiene una teoría del poder, y la teoría de sistemas no tiene una teoría de la conciencia, Marx solo tiene una teoría del trabajo.

Es por eso que el llamado pensamiento marxista, o los comentarista, quienes trabajaron sobre las premisas de Marx lo que hacen fundamentalmente es mostrarle a Marx que existen criterios de realidad más allá del concepto de trabajo de Marx. Gramsci y en nuestros días, Bourdieu, le espetan a Marx que las distinciones educativas y la “dominación cultural” son factores igualmente- o más importantes- que las energías laborales y la posición en el proceso productivo.

Por su parte, Lenin y Trotsky le hacen ver la importancia del Estado y la violencia física en el mundo: “todo estado se constituye en la violencia”, afirma Trotsky. Igualmente Bataille pretende demostrar que es indudablemente real el trabajo como fenómeno sacrificial y no solo de forma asalariada y físico- energética, puesto que la naturaleza en su conjunto puede ser mucho más eficiente e infinita que el cuerpo a la hora proveer energías.

Me parece necesario para el estudio de Karl Marx distinguir entre Marx y “el marxismo”, ya que la segunda corriente es una búsqueda por desmarcarse del radicalismo teórico de Marx que basa todo su pensamiento, su sistema y sus análisis en un concepto de trabajo casi coercitivo teóricamente, que es tan rígido y omniabarcador, que al explicar la contradicción entre trabajo y capital, muestra que esta dialéctica en realidad no es tal- de ahí la razón de su desaparición -, ya que el capital es a su vez, trabajo, trabajo cristalizado o añejo, en contraposición a la fuerza de trabajo, que como ya vimos son equivalentes para Marx. (Marx, 1968)

Bibliografía consultada

Gadamer, Hans-Georg: “Verdad y Método” Ed. Sígueme, Madrid, 1977

Heidegger, Martin: “Ser y tiempo” Ed. Universitaria, Santiago, 1999

Husserl, Edmund: “Invitación a la fenomenología” Ed. Paidós, Madrid, 1995

Marx, Karl: “La ideología alemana” Ediciones Pueblos Unidos. Buenos Aires, 1985

-“Salario, precio y ganancia” Ed. Prensa latinoamericana. Santiago, 1971

-“El capital” FCE. Madrid, 1968

Ortega y Gasset, José: “Meditaciones del quijote”. Ed. Rev. de Occidente, Madrid, 1957.

1 comentario:

Anónimo dijo...

[url=http://www.ganar-dinero-ya.com][img]http://www.ganar-dinero-ya.com/ganardinero.jpg[/img][/url]
[b]Una gran guia de ganar dinero[/b]
Hemos hallado la mejor guia en internet de como trabajo casa. Como nos ha sido de utilidad a nosotros, tambien les puede ser de interes para ustedes. No son solo formas de ganar dinero con su pagina web, hay todo tipo de metodos de ganar dinero en internet...
[b][url=http://www.ganar-dinero-ya.com][img]http://www.ganar-dinero-ya.com/dinero.jpg[/img][/url]Te recomendamos entrar a [url=http://www.ganar-dinero-ya.com/]Ganar dinero[/url][url=http://www.ganar-dinero-ya.com][img]http://www.ganar-dinero-ya.com/dinero.jpg[/img][/url][/b]